La historia pospuesta tras un “ahora o nunca”

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La historia pospuesta tras un “ahora o nunca”

La historia pospuesta tras un “ahora o nunca”

Dicen que nunca volveremos a ser bicampeones. Ya veremos. Cuando dejó caer el micrófono en medio del escenario montado en Marquês de Pombal para la celebración del título del Sporting hace un año, Ruben Amorim hizo más de lo que se podría imaginar en una frase o un gesto. Por un lado, y por si aún quedaban dudas ante el enfriamiento del interés del Liverpool, confirmó su permanencia en Alvalade una temporada más. Por otro lado, dio otro impulso extra a las casi 100 mil personas que llenaron la emblemática rotonda lisboeta y a millones de aficionados del club que no estaban precisamente acostumbrados a un dominio nacional como el ocurrido en la 2023/24. Por último, dejó un mensaje entre líneas para los rivales directos entre un Benfica que se ha convertido casi en rehén de un desgastado Roger Schmidt y un FC Porto que inicia un nuevo ciclo a todos los niveles.

Para los que entienden, ese "dejar caer el micrófono" valió más que mil palabras. El mercado dijo el resto: salvo la situación de Sebastián Coates, que dejó a los Leones un año antes de lo previsto en un acuerdo entre todas las partes por un tema familiar, no se fue ninguno de los titulares habituales, Mateus Fernandes y el comodín Paulinho fueron las únicas ventas (junto a las entradas de caja por porcentajes de valor añadido de jugadores como João Palhinha o Renato Veiga) y la mayor inversión de la historia se concentró en cuatro elementos que llegaron al club con una perspectiva de corto y medio plazo como baluartes de una renovación: Kovacevic, que fue el único error de casting del departamento de scouting por la falta de adaptación al club y al país, Maxi Araújo, Zeno Debast y Conrad Harder. Fue un esfuerzo realizado para algo que, internamente, funcionaba como una especie de Último baile. Amorim estaba completando su último capítulo en el Sporting y quería terminarlo con estilo.

Los rivales, por diferentes motivos, llegaron al partido con menos armas. El Benfica priorizó el aspecto financiero, equilibrando un ejercicio que fue de los más rentables en el primer semestre – más de 40 millones positivos frente a los 18,1 millones del mismo periodo –, invirtió en otra referencia ofensiva (Pavlidis) pero vio a la plantilla perder nombres como João Neves, David Neres o Marcos Leonardo en un cierre de mercado que trajo en la última jornada un refuerzo que fue una de las mejores inversiones entre calidad y precio de los últimos años (Kerem Aktürkoglu, que costó 12 millones). El FC Porto, rehén de una situación económica y financiera extremadamente frágil, ganó margen con la venta de Evanilson, compró a Fábio Vieira cedido sin opción de compra e invirtió fuerte en Samu Omorodion, que venía de ganar los Juegos Olímpicos de París.

Siguiendo su camino, el Sporting no dejó de mirar a los demás. En Alvalade pronto quedó claro que las posibilidades de que Viktor Gyökeres se marchara este verano eran escasas, pero volvieron a surgir verdaderas peticiones por otros jugadores internacionales que hacía tiempo que eran referencia de algunas de las principales ligas europeas, junto con propuestas mucho más ventajosas en términos económicos que quizá no rindieran tanto para los Leones pero que parecían una oportunidad de carrera casi única. Para unos y para otros, cuando la situación se acercaba a un punto que podía suponer una salida, apareció Ruben Amorim. Él habló. Él explicó. Yo pregunté. La estrecha relación que siempre mantuvo con los jugadores, que se convirtió en uno de los sellos distintivos de su etapa en el Sporting, aseguró que todos estuvieran en la misma página en la búsqueda de algo que sería histórico.

Ruben Amorim con Frederico Varandas a su llegada a Marquês de Pombal para las celebraciones del título 2023/24, donde el entrenador habló por primera vez sobre el bicampeonato.

JOAO PORFÍRIO/OBSERVADOR

En caso de un nuevo triunfo, los Leones podrían ganar su segundo campeonato, algo que no ocurre en más de 70 años. Sin embargo, había otros objetivos internos definidos, que pasaban no sólo por ganar las restantes competiciones nacionales sino también progresar en competiciones europeas que les permitieran al menos alcanzar los octavos de final de la Champions League (algo que sólo ocurriría por tercera vez) o hacer historia con un top 8 que fuera histórico. Pese a tener contrato vigente hasta junio de 2026, esta siempre sería la última temporada de Amorim en el club y la intención era encontrar condiciones para que el grupo alcance su mejor rendimiento.

En realidad fue la última temporada, el grupo que se armó tenía todas las condiciones para llegar a su mejor rendimiento, el escenario era diametralmente opuesto a todo lo que se podía pensar. Además: en la previa del derbi en el Estádio da Luz entre el Benfica y el Sporting, en el que cualquiera de los dos equipos podía proclamarse campeón en caso de victoria, Rúben Amorim seguía siendo el centro de atención de la opinión pública. ¿Por qué? Aunque no se trataba de una posición “insignificante”, la decisión del técnico tuvo un efecto mariposa y lanzó la teoría del caos en el campeonato. Todo lo ocurrido, antes y después de partir a Inglaterra donde dirige al Manchester United, marcó la temporada 2024/25 de todos.

El primer partido oficial no le fue nada bien al Sporting, que tras ir ganando 3-0 ante el FC Porto a falta de poco más de 20 minutos de juego se dejó empatar e incluso permitió la remontada en la prórroga con un gol de Iván Jaime que dio a los Dragones el título de la Supercopa. A Rúben Amorim no le gustó nada y la semana transcurrió casi en terapia de shock en una noche en la que dos de los fichajes más sonados, Kovacevic y Zeno Debast, se quedaron fuera de escena. Más que perder el primer trofeo, el técnico no quería correr el riesgo de perder la temporada. La victoria en casa sobre Rio Ave estabilizó nuevamente a los Leones, y los triunfos como visitantes ante Nacional y Farense confirmaron esa redención. Siguió otro clásico, con Viktor Gyökeres anotando seis goles y dando una asistencia en solo tres partidos en un comienzo histórico.

Cuando los autobuses del Sporting y del FC Porto se dirigían a Alvalade, el Benfica confirmó lo que ya se había dicho horas antes: Roger Schmidt no sobrevivió a la derrota en Famalicão y al empate en Moreira de Cónegos, siendo despedido después de la cuarta jornada. Bruno Lage no surgió como la única ni prioritaria opción de Rui Costa pero acabó siendo la apuesta del presidente de los reds en un intento de repetir lo ocurrido en la 2018/19 cuando el entonces administrador apoyó su nombre para sustituir a Rui Vitória. Los Leones ganaron el derbi con goles de Gyökeres y Geny Catamo, se aislaron en la cima del Campeonato, confirmaron su superioridad con triunfos sucesivos (y una racha de 719 minutos sin encajar un solo gol) y también en la Champions League siguieron sumando puntos que les permiten estar entre los 8 primeros del grupo. En la décima jornada, tenían tres puntos más que el FC Porto y cinco más que el Benfica.

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Tras la derrota en Famalicão, el Benfica empató en Moreira de Cónegos y Roger Schmidt fue despedido tras la cuarta jornada

AFP vía Getty Images

Fue antes de esta goleada al Estrela da Amadora en casa que Omar Berrada viajó a Lisboa. El ex técnico del Manchester City, que fue contratado esta temporada por el United en una de las mayores inversiones internas para revertir el rumbo que ha tomado el club en los últimos años, tenía su propia idea respecto a la sucesión de Erik ten Hag y quería apostar todas sus fichas por la contratación de Amorim, incluso yendo en contra de lo que el resto del equipo directivo del fútbol consideraba que era lo mejor en ese contexto (alguien con más experiencia, que aportara menos riesgo y que conociera la realidad de la Premier League). Ni siquiera entonces saltaron las alarmas, de un modo similar a lo que había sucedido la temporada anterior con otros clubes ingleses: la SAD verdiblanca creía que el desenlace de esta relación sería el mismo que el de las demás. No lo fue.

Fue sólo cuando el técnico admitió que estaba analizando lo que le habían propuesto que surgió la etapa de preocupación. El Sporting sabía que era la última temporada de Amorim en Alvalade, tal y como se había pactado a principio de temporada, era plenamente consciente de que era el más firme candidato a conquistar el título, aún se jugaba la campaña del equipo en la Champions League (con toda la atención mediática que eso supone en los principales escenarios europeos), también creía que la estabilidad familiar en mitad de un curso escolar tenía su peso. Sin embargo, nada parecía funcionar. Los acercamientos de Chelsea y Liverpool o la propuesta presentada por el West Ham habían sido ignorados, pero el Manchester United fue diferente.

Intentando conseguir lo mejor de ambos mundos, Ruben Amorim planteó más de una vez la posibilidad de quedarse en el Sporting hasta final de temporada con Ruud van Nistelrooy (o cualquier otra opción que el club considerara mejor) quedando como interino, en un escenario que podría tener la ventaja de “ahorrarse” el pago de la cláusula pese a tener contrato con los Lions hasta 2026. Los Red Devils se mostraron intransigentes en el plan inicial y, con cada contrapropuesta que se presentaba, aumentaban la presión: “Es ahora o nunca”. El United era el tipo de proyecto, a todo nivel, que el técnico buscaba para tener su primera experiencia en el extranjero pero llegó en el momento que menos le gustaba afrontar. La decisión, personalmente, se tomaría después de hablar con la mujer y un grupo muy restringido de personas cercanas a ella en vísperas de otro partido.

No eran tiempos fáciles. Cuando las portadas de los periódicos deportivos empezaron a mostrar la imagen de Ruben Amorim camino a Inglaterra, algunos jugadores se pusieron a confrontar al técnico por todo lo que estaba sucediendo. Amorim intentó “desinflar” el elefante en la habitación, asumiendo que era una posibilidad pero que nada estaba escrito en piedra y que el foco debía estar en los cuartos de final de la Copa de la Liga y los compromisos que seguirían. El Sporting ganó, con Gyökeres entrando al campo sólo al descanso para marcar dos goles en el triunfo por 3-1 en Alvalade contra Nacional, y la imagen que se transmitió fue de total unidad entre jugadores y cuerpo técnico. No fue así. Algunos incluso se conmovieron al darse cuenta que una era de más de cuatro años había llegado a su fin, otros se conmovieron porque comprendieron que el “viaje” debía completarse juntos.

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Con las emociones calmadas tras el "shock", Ruben Amorim dejó Alvalade para vencer al Manchester City en la Champions League

UEFA vía Getty Images

La administración del SAD leonina jugó en tres “tableros”. Por un lado, intentó resistirse lo máximo posible a irse, sabiendo que, desde el momento en que el técnico le quisiera y el Manchester United le pagara, no podría hacer mucho. Por otra parte, comenzó a preparar una sucesión interna que, en el fondo, llegaría medio año antes de lo previsto. Por último, intentó asegurar que el impacto de la noticia en el vestuario no tuviera ningún efecto en la situación actual que atraviesa el equipo. Así fue: los Leones golearon 5-1 al Estrela, vivieron una de las mejores noches europeas al vencer 4-1 al todopoderoso Manchester City con otro hat-trick de Viktor Gyökeres y firmaron una remontada épica en Braga, convirtiendo un 0-2 al descanso en un 4-2 con doblete de Harder en un partido en el que Pedro Gonçalves estuvo al límite, arriesgó por la presión del partido y se marchó lesionado.

FC Porto y Benfica habían conseguido estabilizar sus resultados pero el triunfo de los rojos en la clásica jornada 11 aumentó su ventaja a cinco puntos sobre las Águilas y a seis sobre los Dragones. El Sporting era como un tren de alta velocidad que circulaba a demasiada velocidad en el Campeonato y en la propia Champions League. Después llegó João Pereira, el técnico que estaba a cargo del equipo B. Todo podría cambiar.

El legado fue demasiado pesado, sobre todo porque el ex lateral, que inició su carrera como entrenador en las categorías inferiores del Sporting, siempre estuvo atrapado entre sus ideas y el modelo al que estaba acostumbrado el equipo verdiblanco. Los fracasos siguieron apareciendo y, tras la goleada en la Copa de Portugal ante el modesto Amarante, los Leones sufrieron cuatro derrotas consecutivas entre el Campeonato y la Liga de Campeones. La experiencia de João Pereira parecía anticuada y era cuestión de tiempo antes de su marcha, algo que ocurrió tras otro empate sin goles en Barcelos ante el Gil Vicente. Los rivales aprovecharon la mala racha de seis semanas del campeón y la lucha por el título se reanudó, con Bruno Lage a un solo tropiezo del AVS para ponerse líder con un punto más que FC Porto y Sporting antes del parón navideño. La historia que parecía haber sido escrita finalmente había pasado página.

Frederico Varandas resistió hasta el final, pero acabó cediendo. El presidente del Sporting mantiene la idea de que João Pereira será un gran entrenador en el futuro (algo que ya había dicho públicamente antes de acabar su carrera como jugador), pero, viendo los hechos, los resultados, la situación actual del equipo e incluso lo que sentía por los jugadores, acabó prescindiendo del exentrenador del filial en un cambio que pronto llevó a Rui Borges al Alvalade. Sin casi tiempo para preparar el derbi, el ex timonel del V. Guimarães fue presentado el día 26, dio su primer entrenamiento ese día y ganó a su rival, el Benfica, en Alvalade tres días después con un gol de Geny Catamo, cerrando la primera vuelta en ventaja , porque en la 17ª jornada empató 4-4 en Guimarães pero sus rivales directos perdieron sus partidos.

El FC Porto de Vítor Bruno se derrumbó tras la derrota en Madeira ante Nacional y el cambio técnico era sólo cuestión de tiempo

José Manuel Álvarez Rey

A pesar de ello, los problemas estaban ahí, y no eran sólo uno o dos. Por un lado, el equipo recuperó algo de competitividad pero siguió pisando terreno desconocido debido a un cambio táctico a 4x2x3x1 que no tuvo tiempo de ser asimilado. Por otro lado, hubo un gran desgaste físico en varios jugadores, con un aumento exponencial del número de lesiones también debido a los diferentes métodos de trabajo que se estaban poniendo en marcha desde la salida de Ruben Amorim. Además, el calendario era implacable y los propios rivales no daban mucho “margen” entre las dos últimas jornadas de la Champions y la Final Four de la Copa de la Liga en Leiria ante el FC Porto y el Benfica (con victoria de los reds en la tanda de penaltis). En teoría, el Sporting había superado el temporal; En la práctica, todavía era yo quien pagaba la factura.

Los rivales también tenían problemas, en un Campeonato que benefició a los que menos errores cometieron y no a los que jugaron más. Eliminado de la Copa de Portugal y excluido de la final de la Copa de la Liga, Vítor Bruno sintió la creciente presión de la afición, sobre todo por la falta de resultados jugando fuera de casa, sumado a eso por los enfrentamientos internos con algunos jugadores (Pepê fue el ejemplo paradigmático de ello). La derrota ante el Gil Vicente en Barcelos fue la gota que colmó el vaso, y ni siquiera la llegada de un nuevo entrenador, Martín Anselmi, ayudó a aliviar la necesidad de vender activos en la ventana de enero. Es decir, además de la baja de rendimiento del equipo, se fueron Nico González y Galeno.

Luego, Rui Costa leyó el momento, “contuvo” a Bruno Lage tras el episodio del audio con la afición en el garaje de la Luz tras la derrota en Rio Maior ante Casa Pia y apostó fuerte en el mercado invernal con cuatro fichajes: Samuel Dahl, Bruma, Manu Silva (que se lesionó gravemente poco después) y Belotti. A diferencia de lo que ocurrió con Ruben Amorim en Alvalade, cuando había cierta desconfianza por ver fracasar a su rival directo en el Campeonato, la directiva de la SAD rojiblanca entendió que era el momento de pasar a la acción con mayor intensidad y empujar por el primer puesto, además de darles otras armas para la lucha europea por un puesto en el top 8. El tiempo dio la razón a su apuesta: además de alcanzar los octavos de final de la Champions League, donde solo cayeron ante el todopoderoso Barcelona, ​​aprovecharon los empates consecutivos del Sporting con FC Porto, Arouca y AVS, con Viktor Gyökeres todavía controlado físicamente, para acercarse al liderato.

Así llegó el último parón de la temporada para los partidos internacionales: Sporting y Benfica con el mismo número de puntos (53), el FC Porto a seis, más preocupado por el planteamiento del Sp. Braga (que también hizo 47) que con la cima. La normalidad se “restableció” con solo dos momentos en los que cambió la clasificación: en la 28ª jornada, los rojos ganaron goleada al Dragão y aprovecharon el empate verdiblanco en casa ante el Sp. El Braga se aislará en cabeza; En la siguiente ronda, los leones pasaron por las Azores ante el Santa Clara y vieron a las águilas encajar un empate en Luz con el Arouca. El derbi más importante de la historia del Campeonato, con la inédita posibilidad de coronar simultáneamente campeones a Benfica o Sporting, llegó con 18 puntos perdidos por los líderes, más de los que celebraron en las últimas cuatro temporadas desperdiciados a lo largo de toda la competición, y el sorteo aplazó todo hasta el final.

Pese a una temporada en la que vivió de todo, entre lo bueno y lo malo, el conjunto deportivo estuvo a 90 minutos de cumplir un pacto interno hecho en el momento de la salida de Ruben Amorim de que podían ser campeones incluso sin el timonel que sentó todas las bases del proyecto. Cuando empezó el partido contra el V. Guimarães, en un Alvalade bullicioso y abarrotado (Amorim jugó el primer partido en Alvalade con el Desp. Aves, había poco más de 20.000 personas en las gradas y más gente silbando que otra cosa...), la misión fuera era conquistar el campeonato por segunda vez, pero en casa se trataba principalmente de cumplir una promesa hecha en noviembre. Aún así, y tratándose de Amorim, ¿habría sido necesario esperar hasta el último minuto?

observador

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